Impostura
Se
presentó con tu nombre,
con tus facciones, tus gestos.
Llegó diciendo: soy él
y desde su mundo vengo,
para que arrulle tus ojos
mi vista de prometeo.
Llegó contando: me esperan
tu sonreír y tu sexo,
porque sus bríos renueve
mi semen, joven y erecto.
Todo
era tan mudo en torno,
que su voz me sonó a verso
aprendido y olvidado
en el cariño del tiempo.
Traté
de buscarme en él
tal cual debía tu espejo
reflejarme: ser total,
dolor informe y eterno.
Solo
me mostró posturas
sociales, dichos y hechos
prefabricados, pensares
convencionales, pequeños.
Le
dije: tú no eres él,
porque no sabes su vuelo,
ni sus costumbres insolentes,
ni su odio a ras de suelo.
Le
dije: tú no eres él,
porque no sabes su sexo
tan pródigo, que se goza
en el gozo por reflejo;
tan varonil, que se entrega
amigo, ni amo ni siervo.
De:
“Rimas eróticas”
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