Habitaciones
cuando
las puertas de las habitaciones
se
cierran
y
todos comparten
ese
pequeño mundo cálido
del
amor
de
la fidelidad
me
encierro en mi cuarto
y
pienso
si
alguna vez
me
tocará algo
de
esa luz anaranjada
bajo
la puerta
observo
las rendijas
y
medito
de
qué sirve este oficio
de
marcar el paso en los terminales
con
el frío destazando los huesos
de
refugiarse
en
las citas de los poemas
que
te hacen llorar
cuando
te encuentras solo
de
encontrar
pequeños
bosquejos
de
sonrisas eternas
que
quedan grabadas
en
la cabeza
durante
años
entre
la muchedumbre de un mercado
o
las vitrinas de un café
suspiro
hondo
y lo
que escribo
parecen
retazos de algo desconocido
que
pretendo intuir
dibujando
en el vaho de mi reflejo
que
va atravesando
en
medio de la noche
los
túneles iluminados
de
la ciudad.
Confidencias
tengo
por escritorio
el
esqueleto de una cama de madera
duermo
en un colchón viejo
sobre
las tablas del piso
y
despierto en las mañanas
con
deseos de que el invierno
pase
pronto
para
recostarme en la playa
bajo
el sol
con
los ojos cerrados
sintiendo
el calor de la brisa
esta
semana
solo
hubo dinero
para
comprar leche en polvo
avena
y café
esta
semana
hubo
tiempo
para
mirar por horas
el
mar golpeando el cemento de la costanera
a
los perros ladrar a los autos
que
cruzan la calle del hospital
para
regresar
a la
habitación que arriendo
y
lavar un poco de ropa
ordenar
el pequeño escritorio
junto
al sonido de la gotera
cayendo
en el tarro de pintura.
De:
“Calamina”
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