3. Parque- Final- Elegía
Era era.
Sus manos nacían al lado de cada cosa
y de cada flor.
Temíase siempre su rotura
y a ella parecían converger los números y las estrellas.
El amanecer encontraba sus cabellos perdidos
y sus ojos depositados en sus propias orillas.
La noche la sorprendía siempre entregada a
sus oficios más antiguos
acompasándose de un corazón nuevo y silencioso.
Era solícita y tempestuosa
y no se parecía en nada a la luna.
Era era.
Sus manos nacían al lado de cada cosa
y de cada flor.
Temíase siempre su rotura
y a ella parecían converger los números y las estrellas.
El amanecer encontraba sus cabellos perdidos
y sus ojos depositados en sus propias orillas.
La noche la sorprendía siempre entregada a
sus oficios más antiguos
acompasándose de un corazón nuevo y silencioso.
Era solícita y tempestuosa
y no se parecía en nada a la luna.
De: "Mar ao Norde"
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