lunes, 12 de agosto de 2019

FRANCISCO VILLAESPESA





Elegía de la juventud



Sacar en hombros por mi puerta
miré ayer un ataúd,
donde entre flores iba muerta
     mi Juventud.

Perdida toda fuerza física
la vi en mis brazos expirar.
como una pobre novia tísica
     ¡de tanto amar!

Sobre su cuerpo, las postreras
rosas de otoño deshojé.
y entre recuerdos y quimeras
     la amortajé.

Para no ver su rostro amado
tendí un pañuelo por su faz.
y exclamé en lágrimas bañado:
     -¡descansa en paz!

Lenta la lluvia descendía...
La golondrina iba a partir...
Y hasta la brisa parecía
entre los árboles gemir.

Cármenes viejos de Granada,
en un crepúsculo otoñal,
vieron perderse en la enramada
     su funeral.

Almas sedientas de ideales
que tanto amó mi juventud...
¡Deshojar rosas otoñales
     en su ataúd!

Y tú, incansable peregrino.
que el mundo cruzas sin cesar,
¡si ves su entierro en tu camino,
     ponte a rezar!

Sacar en hombros por mi puerta
miré ayer tarde un ataúd,
donde entre flores iba muerta
     mi Juventud.

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