Última vigilia
Qué
oscuras son tus sienes,
tus
manos, qué pesadas.
¿Tan
lejos ya de mí
que
no me escuchas?
Bajo
las llamaradas de la luz
estás
tan triste y tan envejecida.
Tus
labios cruelmente
crispados
en eterna rigidez.
Mañana
será ya todo silencio,
y
quizá esté en el aire
todavía
el crujir de las coronas,
y
un olor a podrido.
Pero
las noches cada año
se
vacían aún más.
Aquí,
donde yacía tu cabeza
y
ligera fue siempre tu respiración.
Versión de Ernst Edmund Keil
De: "Tres poetas expresionistas alemanes"
No hay comentarios:
Publicar un comentario