Están
los que juegan con su propia cabeza,
como
una pelota única,
lanzada
al alto,
contra
la tierra,
atrapada
en la mano,
golpeada
con el pie,
pero
no mas que una sola pelota.
Otros
juegan con las cabezas ajenas,
con
muchas cabezas a la vez, con todas.
Las
agarran al vuelo, las tiran al aire
diestramente,
sin que caiga ninguna,
tan
bien que el horizonte se llena de cabezas
y
el cenit
y
los puntos cardinales.
1966
Versión
de Rafael Alberti y María Teresa León
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