Invocación a la Osa Mayor
Osa
Mayor, baja, hirsuta noche,
animal
de piel de nubes con ojos viejos,
ojos
de estrellas,
por
la espesura irrumpen relucientes
tus
patas con las garras,
garras
de estrellas,
mantenemos
despiertos los rebaños,
pero
encantados por ti, desconfiamos
de
tus flancos cansados y de tus dientes
agudos
y semidescubiertos,
vieja
osa.
Una
piña: vuestro mundo.
Vosotros:
sus escamas.
Yo
la muevo, la hago rodar
desde
los abetos del principio
hasta
los abetos del final,
la
resoplo, la pruebo en la boca
y
la agarro con las zarpas.
Ya
tengáis miedo o no lo tengáis,
pagad
en la limosnera y dadle
al
ciego una buena palabra,
para
que sostenga a la osa de la correa.
Y
sazonad bien los corderos.
Podría
ser que esta osa
se
soltara, no amenazara ya más
y
corriera tras todas las piñas caídas
de
los abetos grandes y alados
que
cayeron del paraíso.
Versión de Cecilia
Dreymüller y Concha García
De: "Invocación a la Osa Mayor"
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