Nocturno
en gris
Lo
gris se vuelve lluvia por la noche,
y
esos muertos quisieran un gabán
para
arropar sus sueños bajo tierra.
Al
otro lado de la calle, un muro
con
su verja de hierro, hecha exprofeso
no
para que contemplen el mutismo
de
tanta cruz anónima sin flores,
sino
el parque de mármoles que encierra.
Las
dos de la mañana. Insomnio errante
me
empuja a un téte-a-téte con esta esquina
donde
como una pústula del vicio
sórdidamente
se abre una cantina.
Nueva
generación de bebedores,
está
en pie. . . Los otros, dónde están?
Todo
igual. Solo yo no soy el mismo.
Una
vez me embriagué en esta cantina.
Cantaba
una mujer, bella en su tiempo,
que
aún era como un bello anacronismo.
Descuartizaba
un tipo en la guitarra
un
valse como un clásico jigote.
Los
dos ansiaban un pequeño lote,
ambos
creyendo que la vida es buena.
Trabajaban
los dos, sólo por eso.
Se
embriagaban, después de la faena,
y
ella escupía si él le daba un beso.
Tanta
lucha por un pequeño lote
y
tanta tierra que hay para los muertos.
Tanto
afán de cantar con la guitarra
y
nadie al fin se llevará ni un ruido.
Ya
nadie canta. Para qué, si hay discos?
Son
baratos: se tocan por un real.
Toque,
toquen, que pronto habrá silencio.
Lo
gris se vuelve lluvia por la noche.
El
silencio es de un gris casi mental.
Una
vez me embriagué en esta cantina,
hace
ya un poco más de treinta años.
Todo,
igual. Sólo yo no soy el mismo.
Cantaba
la mujer y se reía.
Triste,
fatal, como una rosa trunca.
La
noche no se iba, enamorada
también
de la mujer. Entre las copas,
aquella
noche no acaba nunca,
lejos,
cerca, como una lejanía. . .
Triste,
fatal mujer, ni tan siquiera
queda
ningún mal hombre que la nombre.
A
veces, la recuerdo, cual sí
fuera
un disco roto en medio de un derroche
de
juventud. Ni yo me atrevería
a
tocarla otra vez, pues me hace falta
el
real de juventud de aquella noche.
Entre
el silencio de lo gris, está ella.
En
lo más gris de su silencio, es barro;
ese
barro común, conque a los muertos
cubren
con reiterado despilfarro.
No
tan alto, sombrío, se alza el muro
con
su verja de hierro, hecha exprofeso
no
para que contemplen el mutismo
de
tanta cruz anónima sin flores,
sino
el parque de mármoles que encierra.
Todo
igual. Solo yo no soy el mismo.
Nueva
generación de bebedores,
está
de pie... Los otros... Dónde están?
Lo
gris se vuelve lluvia por la noche,
y
esos muertos quisieran un gabán
para
arropar sus sueños bajo tierra.
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