La fuerza del no hacer
No hacer nada requiere fortaleza,
los débiles están siempre trabajando,
si el trabajo escasea lo inventan.
En cambio el que no hace nada resiste
todas las tentaciones que incumben al trabajo.
Entonces las tentaciones desfilan ante él
y es conducido al borde del barranco
como Cristo: arrójate, tómalo todo, adórame.
Y en su desierto del no hacer
persiste adusto y pobre,
desarrolla la gran fuerza del que
sabe cuál es su sitio y su destino
entre los hombres.
No hacer nada requiere fortaleza,
pero este es un don y por lo tanto
a su conocimiento
acceden sólo aquellos para el cual son llamados
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