Temístocles
Machado
Este territorio está mezclado con mi sangre,
irme sería como olvidarme de mí mismo.
Temístocles Machado
Me
gusta pronunciar tu nombre,
Temístocles,
parece
el nombre del ingrediente secreto
que
da color a las rocas.
Parece
también una palabra mágica
para
que al fin se maduren los tamarindos,
Te-mís-to-cles,
lo
repito
y se
sonrojan las mandarinas.
Si
dos o tres se reúnen en tu nombre
una
semilla parpadea
en
el vientre de la tierra,
y un
trozo de bambú presiente
cuál
será su nota musical
en
la marimba,
Temístocles,
el
verdadero mapa de Buenaventura
estaba
en las arrugas de tu frente.
Las
líneas de tus manos
fueron
afluentes del río Anchicayá.
¿Cuántos
tocaron a tu puerta a media noche
para
pedir una tacita de tierra
y
completar así el café?
Temístocles,
nos
han negado la tierra,
no
oímos ladrar a los perros,
y
todas las respuestas
estaban
en tu portafolio:
¿quién
es el dueño de los robles amarillos?,
¿a
quién pertenecen las gallinas sin vacunar?,
¿en
dónde comienzan y terminan
las
raíces del limonero aquel?
Me
gusta pronunciar tu nombre,
Temístocles,
lo
digo
y
siento que se fastidian tus asesinos.
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