El sanatorio de la muerte ajena
La
casa enferma se ha puesto de pie
al
borde de todos los minutos
y
hacia abajo se ven las estrellas.
Por
la tarde la sala de rehabilitación está iluminada,
y
por la noche, algunas de las ventanas,
donde
en las horas de insomnio se recobran las noticias del día.
Los
periódicos son
cartas
del mundo de ayer y que hoy ha desaparecido
y no
hay modo de enterarte qué
ha
ocurrido realmente.
El
aire está limpio y entra por sí solo
en
los pulmones ocluidos.
Allí,
allí.
Allí
la gente se pasea con cosas implantadas
y a
cada pregunta responde
con
un «poco a poco». Envuelve la bata
alrededor
del cuerpo, ajena al mundo,
y
presta oídos a su corazón
que
cuenta
una
terrible historia ajena.
De: “En una de las paradas del tiempo”
Versión de Reynol Pérez Vázquez.
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