miércoles, 29 de enero de 2025

MING DI

 

 

 

Las cuatro mujeres de Shakespeare

 



Julieta ocupa una esquina de mi lienzo,

sus labios sangran rojo: remordimiento.

Lady Macbeth aparece, su capa negra bloquea la luz,

su piel es oscura: remordimiento.

Ofelia va de espaldas murmurando murmurando de espaldas.

Desdémona se acuesta, de lado, lentamente.

Ahora todas están dentro del lienzo.

El decorado es un bosque

que va de verde claro a verde, de verde a verde oscuro, a oscuro.

Las cuatro mujeres están muertas, diferentes gradaciones de la muerte.

 

Por la noche se mueven hacia adelante, pupilas dilatadas.

Cuatro botellas de elíxires, abiertas. El agua se derrama.

Ofelia es un lirio de agua, y también Desdémona.

Julieta era un lirio de agua hasta que se convirtió en Lady Macbeth,

y ahora es otra flor.

Se mueven en el sueño y los recuerdos se deslavan.

 

Leí a Shakespeare por primera vez en la secundaria,

y sólo recordaba a sus personajes por vivos o por muertos,

por inocentes o culpables.

Ahora todos aparecen frente a mí, en esta hora,

sus ojos se convierten en uno enorme, en una boca que me dice…

algo.

 

Por la mañana, el agua se acorta, entra la luz

por la ventana cuadrada hacia mi lienzo de un bosque

donde el pasto se desdobla como una alfombra.

De ahí sale Cleopatra, sonríe radiante

como si nada hubiera pasado.

Pero entonces me arrepiento de pasar la noche con la historia

de esas mujeres. A algunas las amé, odié a otras.

Ahora pongo una capa de pintura neutral.

Julieta es rosa claro, resalta los colores brillantes de Romeo.

Lady Macbeth es fuerte, y protege a Macbeth de las balas.

Ofelia es una hoja de loto

que hace más natural el oscuro de Hamlet.

No importa el color de Desdémona: ella será estrangulada.

 

Son más de cuatro, y menos que cuatro

personajes. Son menores, inferiores, significativas sólo

por los problemas que causan. Pecadoras. Chivos expiatorios.

Frágiles o violentas, todas morirán.

Están muertas.

La muerte es el color básico.

 

Shakespeare nunca fue original. Volvía a contar historias

y leyendas como si fueran historia.

Los enemigos, la familia o el estado, o los golpes de estado—

la mujer siempre tiene que ser la causa de ellos,

o estar disfrazada.

La muerte falsa de Julieta provoca la muerte verdadera de Romeo.

La falsa traición de Desdémona causa la verdadera traición de Otelo.

A Lady Macbeth, ¿de qué se le puede culpar?

Detrás de todas las crueldades y las muertes

tiene que haber una mujer. La belleza de las maldades.

Ofelia baila, en trance

balbuceando los estúpidos versos de Hamlet. ¿Ser, o no ser

chivo expiatorio?

Al final se cae, leve como el pelaje de un chivo, hacia el agua.

 

Y yo estoy mezclando mi pintura con agua,

que es más fresca que el aceite.

 

Se han formado en la plaza, con sus propios cuerpos;

aparece Helena desde la guerra de Troya, desaparece

y vuelve a aparecer.

Luego un árbol crece en el pasto al centro de la pintura

donde Eva le entrega a Adán una manzana. Después de eso,

todas las faltas y las culpas de la manzana se vuelven de ella.

 

 

Versión de Sergio Cruz,

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario