Uno
no sabe qué es un parteaguas hasta que siente a la ciudad deslizarse en la
espalda
Hasta
que literalmente los recuerdos se hacen el mar de Moisés
Y
todo lo que quedó atrás se mira en sepia
Con
los bordes quemados
Y
hay que esforzar la vista de la memoria
Derramar
los líquidos sagrados
En
el lente que nos hace viajar en el tiempo
Para
recordar cómo eran las uñas corroídas
Y
cómo desaparecían
Cuando
te pintabas la piel de rosado nuevamente
Y no
podías darme un abrazo
Incluso
no podíamos compartir habitación
Porque
aquel esmalte manchaba mi ropa y provocaba estornudos
Que
a los segundos se transformaban en asma
Lo
curioso es que
Aunque
no pudieras tocarme
Te
veías feliz; te sentías feliz de ver tus uñas renovadas
Me
abrigo en ese recuerdo
En
la imposibilidad de tocar nuestras manos
Ahora
que debajo de tus párpados está la tierra
Y
arriba están los recuerdos que mantengo vivos
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