Prueba
de color
Et ustus fortiter.
Cantos de goliardo
Vivo
lejos de los grandes museos. Sobrepongo el Guernica al bullicio de Tegucigalpa.
Resulta imposible calcar un Fragonard, su follaje es una inmerecida esperanza.
El verde se oxida como autógrafa de Neruda. Solo la luz de un semáforo me
apunta. Es la mira de un francotirador omnisciente.
Vivo
lejos de los jardines de Luxemburgo y cuanto más lejos los paisajes de los
trenes, más golpea el plomo en la pupila. Fue un presagio de los Carmina Burana:
vivir retirado de los templos budistas, de los pasillos donde llora cómplice un
Heráclito. No moriré cerca del cementerio marino o del blanco que recomienza en
el oleaje. Una acuarela tiembla sobre el Tisza, pero a mil quinientas leguas de
distancia. Qué remotos los estanques de Monet, las vocales de Rimbaud o el
caleidoscopio de las grandes bibliotecas. Estoy a veintiséis años de los
amarillos de Klimt y en sentido contrario a la belleza, vivo lejos de las
orquestas sinfónicas, de los campos cubiertos por tulipanes, del azul de la
porcelana imperial y de todos los molinos de viento.
Otros
son mis colores, y con ellos debo sostener la vida.
De:
“Omisión del ángel”
De:
“Omisión del ángel”
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