lunes, 5 de octubre de 2020

ROQUE ESTEBAN SCARPA

 

 

 

Treno no querido

 



Trátalos, Señor, como a esos higos que nadie come,

que a los puercos se dan y los puercos rechazan,

porque prometen en cuaresma de dolor secretas mieles

y por sus grietas de arrugas de mendigos caídos

asoman lija, astilla negra, erizada lima,

noche que devora las más lucientes lunas

por acrecentar la tiniebla y su fuente de angustia.

 

Quizá sólo el hongo de fuego transfigurarlos pueda

y no la lengua de luz de Tu maná que siempre cae

ni la sombra radiante de un sueño que no tienen.

Da, Señor, a nuestra hacha sutil el quebrantar su espesor de ramazón

y lluevan goterones de savia sobre esta pasiva tierra,

porque no sea duna andante ni material absorto;

haz que cada fuerza desperece la fatiga de la desesperanza,

que desencantado sea el espanto, que por fuera sonríe

aunque, por los otros recibamos un viento horadante en el costado

y catemos precio en lanzas codiciosas de ceniza.

 

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