La criatura de isla paréceme, no sé por
qué...
La
criatura de isla paréceme, no sé por qué, una
criatura
distinta. Más leve, más sutil,
más
sensitiva.
Si
es flor, no la sujeta la raíz; si es pájaro, su cuerpo
deja
un hueco en el viento; si es niño, juega
a
veces con un petrel, con una nube...
La
criatura de isla trasciende siempre al mar que la
rodea
y al que no la rodea.
Va
al mar, viene del mar y mares pequeñitos se
amansan
en su pecho, duermen a su calor
como
palomas.
Los
ríos de la isla son más ligeros que los otros ríos.
Las
piedras de la isla parece que van a salir
volando...
Ella
es toda de aire y de agua fina. Un recuerdo de sal,
de
horizontes perdidos, la traspasa en cada ola, y
una
espuma de barco naufragado le ciñe la cintura,
le
estremece la yema de las alas...
Tierra
firme llamaban los antiguos a todo lo que no
fuera
isla. La isla es, pues, lo menos firme,
lo
menos tierra de la Tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario