Canto XXVII. A sí mismo
Ya
posarás por siempre,
cansado
corazón. Murió el postrer engaño,
que
eterno yo creí. Murió. Bien siento,
en
nos de engaños caros,
no
la esperanza, aun el deseo ha muerto.
Posa
por siempre. Asaz
palpitaste.
No paga cosa alguna
tus
latidos, ni es digna de suspiros
la
tierra. Amargo y tedio
la
vida, nada más; y es fango el mundo.
Te
aquieta ya. Despera
la
última vez. A nuestra especie el hado
no
dio más que el morir. Ahora desprecia
a
ti, natura, el feo
poder
que, oculto, en común daño impera,
y
la infinita vanidad del todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario