Monólogo de Casandra
No
corrieron lágrimas por tus miserias.
No
encontraste palabras para pedir perdón
o
para darlo.
El
viento soplaba contra el rostro
y el
mar veía pasar un funeral
después
de otro.
Corría
sangre en todas partes
y no
pudiste escribir en tu corazón agujereado.
Con
la voz encerrada musitaste:
¿cómo
hablar de tus íntimas miserias
si
afuera hay ojos que miran
con
sus bocas abiertas hacia el cielo?
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