martes, 12 de agosto de 2025

NICOLE BREZIN

 


Luces de navidad

  


Desde nuestra ventana veo titilar las luces
del árbol de navidad de los vecinos.
Hace dos semanas
vi cómo lo armaban. La preparación,
el juego de una tarde. Tantas veces
de hacer lo mismo en casa. Mamá,
que siempre nos acomodaba
para repetir la foto.

No te gusta que espíe a los vecinos. Tampoco
que vean nuestra casa. La gente
usa cortinas, me explicas una y otra vez,
como si yo viniese del campo,
como si no entendiese los códigos
del buen vecino de ciudad.

No te muestro las fotos. En todas
salimos con cara de enojados.
Tampoco te digo que estas luces son
toda la navidad que habrá este año:

sobrellevo mis pérdidas en silencio.

Afuera duerme nuestro pobre
y yo quisiera creer
que es su privacidad la que en el fondo
te gustaría defender.

Hace un tiempo, desde la ventana,
vi a un afilador tocando el caramillo
mientras el pobre dormía,
y una noche, poco después,
pasaron policías a caballo
sin siquiera inmutarlo.

A veces siento que son los siglos
los que pasan
desordenadamente por la ventana.

A veces siento que la ventana
se parece un poco a mi memoria.

El tiempo,
desde que me marché,
avanza también hacia el pasado.

Algún día compraremos un árbol,
te digo.

Y sé que un día compraremos un árbol,
compraremos un árbol y seguiremos
sin cortinas: cualquiera podrá ver
los malabares que hacemos
intentando copiar con nuestros hijos
las fotos de mi infancia.

Algún día compremos un árbol
y las luces de nuestro árbol brillarán
en las ventanas de enfrente
para atenuar la soledad de alguien
que como yo desobedezca estos y otros códigos
del buen vecino de ciudad.

 

 

 

De: “La ley primera”.

 

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