Suceso
¿Quién
desvía tu vuelo y me desea ahora?
Estaba
yo ocupándome de la compra, el teléfono,
la
ropa de los niños, y se me quedó fija
en
un punto brillante del quinqué la mirada
cuando
tú prorrumpiste -si a tu ventana llega…-,
con
un ronco zureo y súbito aletazo.
Reposa
tu fatiga un momento en la casa
mientras
hierve en colores la pluma de tu cuello,
y
echa luego a volar y vuelve con los tuyos
al
trigo de los muelles y al agua de los parques,
donde
a tu desolada pareja, por tu ausencia,
el
celo le contrae la encendida pupila.
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