El ánfora
Ha tallado el marfil una mano tan fina
que se miran de colcos los tupidos boscajes,
y Jasón, y los ojos de Medea, salvajes,
y el Toisón, que en el ápice de una estela culmina.
Cerca de ellos se tiende Nilo, fuente divina
de los ríos; y en medio de los verdes follajes
de los pámpanos, ebrias de vid de amplios frondajes,
las Bacantes circundan los altares de encina.
Abajo, el recio choque de los jinetes rudos.
Después, héroes muertos que abrazan los escudos,
y ancianos quejumbrosos y madres plañideras.
Y en fin, en forma de asa que suaviza sus flancos,
y oprimiendo en el borde los duros pechos blancos,
se abrevan en el ánfora sin fondolas quimeras.
Versión de Otto de Greiff
Ha tallado el marfil una mano tan fina
que se miran de colcos los tupidos boscajes,
y Jasón, y los ojos de Medea, salvajes,
y el Toisón, que en el ápice de una estela culmina.
Cerca de ellos se tiende Nilo, fuente divina
de los ríos; y en medio de los verdes follajes
de los pámpanos, ebrias de vid de amplios frondajes,
las Bacantes circundan los altares de encina.
Abajo, el recio choque de los jinetes rudos.
Después, héroes muertos que abrazan los escudos,
y ancianos quejumbrosos y madres plañideras.
Y en fin, en forma de asa que suaviza sus flancos,
y oprimiendo en el borde los duros pechos blancos,
se abrevan en el ánfora sin fondolas quimeras.
Versión de Otto de Greiff
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