III
Aplicada
la rosa a su elegancia,
se dedicó a estudiar rosicultura,
aprendió la ecuación de su estatura,
y elaboró un teorema de su infancia.
se dedicó a estudiar rosicultura,
aprendió la ecuación de su estatura,
y elaboró un teorema de su infancia.
Y aún
hizo más, la rosa, en su arrogancia:
se doctoró en su propia arquitectura,
se aprendió de memoria su hermosura
e hizo una tesis sobre su fragancia.
se doctoró en su propia arquitectura,
se aprendió de memoria su hermosura
e hizo una tesis sobre su fragancia.
Así
quedó la rosa cultivada
tonta de tanta alambicada ciencia,
de tanto teorizar sobre sí misma.
tonta de tanta alambicada ciencia,
de tanto teorizar sobre sí misma.
Sola
quedó la rosa, enajenada
en el prisma de turbia transparencia
de un perfumado y pálido sofisma.
en el prisma de turbia transparencia
de un perfumado y pálido sofisma.
De: “Sonetos de la rosa enamorada de sí misma”
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