Ansiedad
Ansia
de estar un día en un puente de mando,
Recibir en el rostro el castigo del viento;
Sin ninguna arribada, por siempre navegando,
Sin dudas ni temores, cansancio o desaliento.
Recibir en el rostro el castigo del viento;
Sin ninguna arribada, por siempre navegando,
Sin dudas ni temores, cansancio o desaliento.
Y no
saber siquiera en qué forma, ni cuándo,
Ha de concluir el viaje -en milagro de cuento-;
Ni cuándo retornar a este mi lecho blando,
Ni a la antigua ventana, ni al dorado aposento.
Ha de concluir el viaje -en milagro de cuento-;
Ni cuándo retornar a este mi lecho blando,
Ni a la antigua ventana, ni al dorado aposento.
Acres
de sal los labios, ruda racha en la frente,
Perdido el horizonte, sin destino la nave,
Sin nada que la guíe, sin nadie que la oriente,
Perdido el horizonte, sin destino la nave,
Sin nada que la guíe, sin nadie que la oriente,
Mecida por las olas, columpiada en la cresta,
Apenas sobre el mástil las alas de algún ave;
Sólo el rumor del mar, y Dios como respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario