miércoles, 23 de marzo de 2016

EUGENIO DE NORA




Carmen de la riqueza



Yo, muchacho aldeano, regresando
por mis años de fresca y verde senda,
traigo, para tu tiempo, la alegría
de aquella inagotable primavera.

Para tu boca traigo la caricia
de tantas flores de color que sueña;
para tus ojos en los que oscurece,
la estrella de la tarde triste y bella.

Traigo la voz del agua que ha pasado
en el silencio tibio de la hierba;
te traigo el cielo, corazón sonoro
con álamos de música y ribera.

Abre tu alma. Mira el valle inmenso.
Nos ha correspondido esta riqueza.
es todo tuyo. el borde de la dicha
va más allá del tiempo y de la tierra.


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