Envilece,
devora...
Envilece,
devora, enferma, embriaga
La
vida de ciudad: se come el ruido,
Como
un corcel la yerba, la poesía.
Estréchense
en las casas la apretada
Gente,
como un cadáver en su nicho:
Y con
penoso paso por las calles
Pardas,
se arrastran hombres y mujeres
Tal
como sobre el fango los insectos,
Secos,
airados, pálidos, canijos.
Cuando
los ojos, del astral palacio
De su
interior, a la ciudad convierte
El
alma heroica, no en batallas grandes
Piense,
ni en templos cóncavos, ni en lides
De la
palabra centelleante: piensa
En
abrazar, como un haz, los pobres
Y
adonde el aire es puro, y el sol claro!
Y el
corazón no es vil, volar con ellos.
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