Dame
del vino triste y amargo pero cierto
donde el sol no se oculta ni se empaña
con sombra pasajera de nube o de montaña.
Dorado en el silencio,
sin garrular de ríos ni navíos.
Desierto...
como los sueños míos.
donde el sol no se oculta ni se empaña
con sombra pasajera de nube o de montaña.
Dorado en el silencio,
sin garrular de ríos ni navíos.
Desierto...
como los sueños míos.
Qué
alma mía...
y la tuya qué tacaña.
Cómo será la mía
que hasta comprendo tu tacañería,
tu entraña, tu saña.
y la tuya qué tacaña.
Cómo será la mía
que hasta comprendo tu tacañería,
tu entraña, tu saña.
Aquí de
tu posada soy la dueña.
¡Qué alma tuya!
¡Y la mía qué pequeña!
¡Qué alma tuya!
¡Y la mía qué pequeña!
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