8. La gata con cascabeles
Salió
cierta mañana
Zapaquilda
al tejado
Con
un collar de grana,
De
pelo y cascabeles adornado.
Al
ver tal maravilla,
Del
alto corredor y la guardilla
Van
saltando los gatos de uno en uno.
Congrégase
al instante
Tal
concurso gatuno
En
tomo de la dama rozagante,
Que
entre flexibles colas arboladas
Apenas
divisarla se podía.
Ella
con mil monadas
El
cascabel parlero sacudía;
Pero
cesando al fin el sonsonete,
Dijo
que por juguete
Quitó
el collar al perro su señora,
Y
se lo puso a ella.
Cierto
que Zapaquilda estaba bella.
A
todos enamora,
Tanto,
que en la gatesca compañía
Cuál
dice su atrevido pensamiento
Cuál
se encrespa celoso;
Riñen
éste y aquél con ardimiento,
Pues
con ansia quería
Cada
gato soltero ser su esposo.
Entre
los arañazos y maullidos
Levántase
Garraf gato prudente,
Y
a los enfurecidos
Les
grita: «Novel gente,
¡Gata
con cascabeles por esposa!
¿Quién
pretende tal cosa?
¿No
veis que el cascabel la caza ahuyenta
Y
que la dama hambrienta
Necesita
sin duda que el marido,
Ausente
y aburrido,
Busque
la provisión en los desvanes,
Mientras
ella, cercada de galanes,
Porque
el mundo la vea,
De
tejado en tejado se pasea?»
Marchóse
Zapaquilda convencida,
Y
lo mismo quedó la concurrencia.
¡Cuántos
chascos se llevan en la vida
Los
que no miran más que la apariencia!
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