Andrómeda
Ahora
la Andrómeda del Tiempo en esta roca ruda,
Aquella
sin igual en su belleza ni
Su
daño, tiende la vista por ambos cuernos de la costa,
Su
flor, su parte de ser, condenada a pasto de dragón.
En otro tiempo la pretendieron y acosaron
Muchos
golpes y males; mas hoy escucha rugir
En
el oeste una bestia más salvaje que todas, más
Fértil
en desmanes, más desenfrenada y lasciva.
¿Se demora su Perseo y la abandona a sus
extremos?—
Pisa
un tiempo el aire delicado y cifra
Su
pensamiento en ella, que olvidada parece,
Cuya paciencia entretanto, desmenuzada en
dolores,
Crece;
para luego descender avasallante, nadie sueña,
Con
avíos de Gorgona y alabarda / trallas y comillos.
Oxford, 12 de agosto de 1879
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