Allí
los corazones
claman sin descubrirse. El sufrimiento dicta
sin vergüenza su precio. Le susurra
su confidencia el hombre
al lobo. La costumbre
se ciñe a ese rencor. La casa firme,
dura más que el presente, se remonta
a una fragancia pequeña.
Cuando había un sombrero
en la repisa de los sombreros.
claman sin descubrirse. El sufrimiento dicta
sin vergüenza su precio. Le susurra
su confidencia el hombre
al lobo. La costumbre
se ciñe a ese rencor. La casa firme,
dura más que el presente, se remonta
a una fragancia pequeña.
Cuando había un sombrero
en la repisa de los sombreros.
De: "El hombro izquierdo"
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