Ararat
La
paloma del arca se ha posado
sobre
mi antiguo corazón, y vivo
bajo
la sombra de un celeste olivo,
sobre
las negras aguas del pasado.
Yo
soy roca en que será labrado
un
ideal dos veces primitivo,
en
que trabajan con tesón esquivo
los
pensativos náufragos del Hado.
Tal
bajo el monte. Y a una voz secreta,
vi
cómo, poco a poco, su silueta
fue
tomando las formas del deseo;
y
como interrogara al Horizonte
quién
era el ser aquél, oí que el Monte
se
respondió a sí mismo: ¡Prometeo!
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