domingo, 17 de noviembre de 2019

SAUL IBARGOYEN





Patria perdida



Ya no puedo volver
¿cuál es mi patria?
Me han pedido
que descanse el corazón
que resucite
la insistencia lograda
tenazmente
que reitere mi atención
por el perfume
de las pálidas estrellas imprevistas.
En el principio de las huellas
allá lejos permanecen
un símbolo enfermo
y una gastada bandera
sosteniéndose.
Mi punto de partida
fue el olvido
fue aquella pureza necesaria
con que a veces la memoria
se entretiene.

De distancia a distancia
por encima de piedras
de rotas arenas calcinadas
a través de la tierna
resistencia del trébol
del esquema carnal
de la caricia
del sostén transparente
de las lágrimas
a través de la pasión
que por descuido
convierte el tiempo
en forma derrumbada
a través del abandono promovido
por leyes que rechazan
la esperanza
a través de todo hice camino
repitiendo conductas y palabras
tomando por la fuerza
el motivo de los besos
aceptando ver distintas
las cosas que no cambian.

Ya no puedo volver:
perdí mi patria
en cualquier esquina
de una calle sorprendida
o en el fragor de engaño
que ejecutan las campanas
o en la magia repetida
que suponen los crepúsculos
o en cuerpos roídos
que su sombra depositan
llegando desde oscuras
empresas de muerte.

Perdida está mi patria:
destrozados
su fresca latitud
de amplias raíces
y su prólogo de sueño
que aún se niega
a la ofensa brutal
de las mentiras.
Perdida en los altos
aullidos de la noche
en la tierra apagada
que apenas respira.
Pero el mar se acerca
y la define
con el secreto susurro
de la espuma
y los ríos proponen
que se extienda
hacia antiguas fronteras derrotadas.
¿Dónde está mi patria?
No puedo ya volver:
está conmigo.


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