Patria perdida
Ya
no puedo volver
¿cuál
es mi patria?
Me
han pedido
que
descanse el corazón
que
resucite
la
insistencia lograda
tenazmente
que
reitere mi atención
por
el perfume
de
las pálidas estrellas imprevistas.
En
el principio de las huellas
allá
lejos permanecen
un
símbolo enfermo
y
una gastada bandera
sosteniéndose.
Mi
punto de partida
fue
el olvido
fue
aquella pureza necesaria
con
que a veces la memoria
se
entretiene.
De
distancia a distancia
por
encima de piedras
de
rotas arenas calcinadas
a
través de la tierna
resistencia
del trébol
del
esquema carnal
de
la caricia
del
sostén transparente
de
las lágrimas
a
través de la pasión
que
por descuido
convierte
el tiempo
en
forma derrumbada
a
través del abandono promovido
por
leyes que rechazan
la
esperanza
a
través de todo hice camino
repitiendo
conductas y palabras
tomando
por la fuerza
el
motivo de los besos
aceptando
ver distintas
las
cosas que no cambian.
Ya
no puedo volver:
perdí
mi patria
en
cualquier esquina
de
una calle sorprendida
o
en el fragor de engaño
que
ejecutan las campanas
o
en la magia repetida
que
suponen los crepúsculos
o
en cuerpos roídos
que
su sombra depositan
llegando
desde oscuras
empresas
de muerte.
Perdida
está mi patria:
destrozados
su
fresca latitud
de
amplias raíces
y
su prólogo de sueño
que
aún se niega
a
la ofensa brutal
de
las mentiras.
Perdida
en los altos
aullidos
de la noche
en
la tierra apagada
que
apenas respira.
Pero
el mar se acerca
y
la define
con
el secreto susurro
de
la espuma
y
los ríos proponen
que
se extienda
hacia
antiguas fronteras derrotadas.
¿Dónde
está mi patria?
No
puedo ya volver:
está
conmigo.
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