Cuando,
en pleno deshielo,
el
río remonta
hacia
la fuente,
y
su curso sesgado se alimenta
lo
mismo que un espejo
de
tu faz, y apartado
de
ti me lo devuelve,
convertido
en tiniebla
y
en deslustrado espanto…
Názcanme
ojos de ciega,
unos
ojos vivientes
en
la punta del dedo
con
el fin de leerte y no perderme
en
viejos simulacros
sin
contornos
que
al igual que un remanso
me
devoran la noche.
Versión de Clara Curell
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