Amor de tarde
Es
una lástima que no estés conmigo
cuando
miro el reloj y son las cuatro
y
acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro
las piernas como todas las tardes
y
hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me
doblo los dedos y les saco mentiras.
Es
una lástima que no estés conmigo
cuando
miro el reloj y son las cinco
y
soy una manija que calcula intereses
o
dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un
oído que escucha como ladra el teléfono
o un
tipo que hace números y les saca verdades.
Es
una lástima que no estés conmigo
cuando
miro el reloj y son las seis.
Podrías
acercarte de sorpresa
y
decirme «¿Qué tal?» y quedaríamos
yo
con la mancha roja de tus labios
tú
con el tizne azul de mi carbónico.
Esto,
en esencia, se acabó…
Esto,
en esencia, se acabó.
Hace
mucho empezó, lo sé,
pero
desde hace rato no me siento
inmortal.
Y cuando yo ya no esté,
las servilletas
seguirán
en
su mismo lugar sobre la mesa,
los
mismos autos se estacionarán
en
los mismos lugares, más o menos,
con
los mismos niveles de esa angustia
tan
mexicana y entrañable,
pero
yo ya no los veré
desde
esta mesa verde con mantel,
sentado
en esta silla
de
plástico innegable
que
me permite estar tranquilo,
leyendo
las noticias de las cuales
ya
no voy a enterarme, a medio metro
de
la banqueta donde se pasean
señoras
con sus perros y sus hijos,
donde
colocan, con cuidado, bolsas
de
basura en espera del camión
que
ya no tarda con su campanita
insoportable,
pero yo
ya
no pienso quejarme,
ni
me taparé los oídos:
simple
y sencillamente, no estaré.
Y es
difícil hacerme
a la
sólida idea de mi ausencia,
pero
es palpable, tan palpable como
los pechos
de una joven, o sus labios,
o su
manera de pedirme
que
le haga caso, ¿pero cómo,
si
ya no voy a estar?
Y no
he estado desde hace muchos años.
Estas
palabras, que se escriben solas,
serán
mi testimonio, darán fe
de
que por fin lo he comprendido:
solo
un poco estaremos en la tierra,
pero
es de todos, como he sido todos,
y
entre todos escribiremos
las
palabras que urgen,
aquellas
que se escapan
y
que hemos dicho desde siempre.
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