La
hermosa noche
Abandonar
debo el chozo
donde
vive mi adorada,
y
con paso sigiloso
vago
por la selva árida;
brilla
la luna en la fronda,
alienta
una brisa blanda,
y el
abedul, columpiándose,
a
ella eleva su fragancia.
¡Cómo
me place el frescor
de
la bella noche estiva!
¡Qué
bien se siente aquí
lo
que nos llena de dicha!
¡Trabajo
cuesta decirlo!…
Y
sin embargo, daría
yo
mil noches como esta
por
una junto a mi amiga.
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