sábado, 17 de octubre de 2020

PIERRE LOUYS

  

 


El deseo



 

Ella entró, y apasionadamente, los ojos

cerrados, unió sus labios a los míos y

nuestras lenguas se conocieron... Nunca hubo

en mi vida un beso como aquél.

 

Ella estaba de pie contra mí, toda amorosa

y complaciente. Una de mis rodillas, poco

a poco, se colocó entre sus muslos cálidos,

que cedieron como para un amante.

 

Mi mano deslizándose sobre su túnica,

buscaba adivinar el cuerpo desnudo que curva

a curva ondulante se plegaba, donde se combaba,

se atiesaba con los roces de la piel.

 

Con sus ojos en delirio, designaba el lecho,

pero no teníamos el derecho de amarnos antes

de la ceremonia de nupcias y nos separamos

bruscamente.

 

Versión de L.S

 

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