domingo, 10 de octubre de 2021

ROBERTO ARIZMENDI

 

 

 

Cuando el otoño llegue

 


No vendrá de la misma manera el viento

cuando aprenda a redoblar tambores

para anunciar alboradas.

 

El alba sabrá enunciar a tiempo la palabra exacta.

 

Adivinaré la textura del cielo y el oleaje del mar

mientras la remembranza anuncie el color del horizonte.

 

Tu palabra será la misma, siempre, igual que tu sonrisa

pero cuando pueda armonizar sonidos, estarás en Roma

o en Praga esperando a que el reloj marque las horas.

 

No habrá historia entonces, no sucumbiré a tu encanto

y sólo seré capaz de recordar tus oquedades,

siembra precisa para cosechar asombros cada tarde.

 

La historia es otra, no hay manera de sucumbir en la zozobra

porque el aroma de tu piel será la seña para nombrarlo todo

y de mi estío surgirá la sola mención del mundo de los sueños.

 

Cuando el otoño llegue, no estaré para escucharte

ni mi tacto podrá recorrer la tersura de tu piel

en medio del vendaval de sinsabores que te nublan.

 

Seguiré mi viaje, sin temores. Arroparé tu cuerpo,

habrá una despedida y avanzaré en un camino sin retornos

hasta arribar a un puerto de abrigo, lleno de espigas y alebrijes.

 

El tiempo del dolor se habrá diluido entre las sombras

y nada podrá perturbar los sueños que nos signan

para empezar de nuevo a nombrar todas las cosas por su nombre.

 

De: “Tu piel en la memoria”

 

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