sábado, 15 de marzo de 2014

JORGE MANRIQUE




Acordaos, por dios, señora…



Acordaos, por Dios, señora,
cuánto ha que comencé
vuestro servicio,
cómo un día ni una hora
nunca dejo ni dejé
de tal oficio;
acordaos de mis dolores,
acordaos de mis tormentos
que he sentido;
acordaos de los temores
y males y pensamientos
que he sufrido.

Acordaos como en presencia
me hallastes siempre firme
y muy leal;
acordaos como en ausencia
nunca pude arrepentirme
de mi mal;
acordaos como soy vuestro
sin jamás haber pensado
ser ajeno;
acordaos como no muestro
el medio mal que he pasado
por ser bueno.

Acordaos que no sentistes
en mi vida una mudanza
que hiciese;

acordaos que no me distes
en la vuestra una esperanza
que viviese;
acordaos de la tristura
que siento yo por la vuestra
que mostráis;
acordaos ya, por mesura,
del dolor que en mí se muestra
y vos negáis.

Acordaos que fui sujeto
y soy a vuestra belleza
con razón;
acordaos que soy secreto,
acordaos de mi firmeza
y afición;
acordaos de lo que siento
cuando parto y vos quedáis
o vos partís;
acordaos como no miento,
aunque vos no lo pensáis,
según decís.

Acordaos de los enojos
que me habéis hecho pasar,
y los gemidos;
acordaos que ya de mis ojos,
que de mis males llorar
están perdidos;
acordaos de cuánto os quiero;
acordaos de mi deseo
y mis sospiros;
acordaos como si muero
de estos males que poseo,
es por serviros.

Acordaos que llevaréis
un tal cargo sobre vos
si me matáis,
que nunca lo pagaréis
ante el mundo ni ante Dios,
aunque queráis;
y aunque yo sufra paciente
la muerte y de voluntad
mucho lo hecho,
no faltará algún pariente
que dé queja a la Hermandad
de tan mal hecho.

Después que pedí justicia,
torno ya a pedir merced
a la bondad,
no porque haya gran cobdicia
de vevir, mas vos habed
ya piedad;
y creedme lo que os cuento,
pues que mi mote sabéis
que dice así:
Ni miento ni me arrepiento,
ni jamás conocerés
ál en mí.

Cabo

Por fin de lo que desea
mi servir y mi querer
y firme fe,
consentid que vuestro sea,
pues que vuestro quiero ser
y lo seré.
Y perded toda la duda
que tomastes contra mí
de ayer acá,
que mi servir no se muda,
aunque vos pensáis que sí,
ni mudará.



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