lunes, 27 de marzo de 2017

FRANCISCO CERVANTES




Lema y dama



era una bella
de gran dulzura ligeramente obesa
con esa gran dulzura perruna
que tienen las mujeres gordas
el caballero no conocía oración más eficaz
en los momentos de peligro
que el nombre de su dama
ni existía virgen de quien fuera más devoto
los colores de sus armas no invocaban
sus victorias sino la piel de su amada
el vestido de que la despojara
la primera inolvidable noche
de todas sus contiendas no guardaba memoria
no así de las expresiones corrientes de su dama
o de su risa o de sus gestos
tal era su actitud tal fue su recompensa
la que le fue entregada a todo lo largo de su recorrido
no de una y definitiva vez
ni más placentera ni mejor victoria nunca tuvo
a todo lo largo del camino recordó
cada uno de los miembros del cuerpo venerado
y cada una de las entonaciones de la voz
y aun de los sollozos que en el lecho
nacían de la garganta que él amaba
y las palabras ora dulces ora soeces
de los momentos en que la comunicación se consumaba
más estrechamente unidos
por más extremos de sus cuerpos
todos esos ruidos en su lápida
que pesa sobre sus huesos sin fatiga
mejor epitafio y más bello hubieran hecho
que un verso de cualquier maestro de la trova
y fueron el más alto premio
la bienvenida más notable que tuviera
al regreso de todas sus batallas
aquí no se narra más
su lema de todos conocido
pero no de todos entendido
decía ama sobre la tierra como bestia
y muere pronunciando esas palabras sólo suyas
aquí se habla de su lema
y ha poco de su dama
de sus armas las realmente poderosas
fueron su altivez
su magnífica sangre de bruto
y su terquedad a prueba de delirios
¿de tal caballero el nombre?
el de la Inquieta Espada
tal era su actitud tal fue su recompensa. 



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