domingo, 29 de enero de 2012

29 DE ENERO


LA FECHA CORRESPONDE AL DIA EN QUE FUERON TWITEADOS LOS POEMAS


PATRIA

Ahora sé que no
habrá repatriación,
de todo lo que me indujo
a perderme en la necedad,
fría de tus ojos.
Ahí donde la patria mía
era la ternura legítima
de tu vientre:
la estrechez de tus caderas,
era la patria;
tus pequeños senos, urgentes
de mis labios, era la patria...
Ahora soy un paria
en este tiempo de regreso,
tal como esta lluvia, que cae
lastimando la memoria orgásmica
de la carne.
Angela Cardozo




DESPERTAME...

como calas blancamente
repetido acariciado


como noches oscuramente
íntimo amontonado


como fieles religiosamente
rezo susurrado

como panes salvadoramente
cotidiano necesitado


despertame amor
tan continuo como puedas...
Mabel Casas




PASO A NIVEL

Mi madre es máquina,
lino,
leño.
Piernas chuecas,
surcos resecos.
Párpados caídos,
ojos achinados.
Ojos que se elevan
como aquellas albas
de humanidades inhóspitas,
anuncios de gallos.

Mi madre
ya no esta junto al viejo brasero,
masticando un chipaco,
ni sorbiendo mate cocido.
Tampoco sigue las huellas de alguna cabra
envuelta en su pañuelo blanco
entre el viento y la sequía.
Traquetea como aquel tren adolescente
que por la vía del llanto
la acarreó hasta la ciudad.

Pero mi madre,
sigue siento monte,
chañar y trabajo.
Fuerza productiva
hasta que llega la oración.
Y luego de un sueño sereno,
distante,
sus párpados se elevan
y las mañanas despiertan
un tanto más chuecas y achinadas.
Con sonidos férreos,
con palabras dulces y costuras alegres.
Una vida de paso a nivel.
Jorge Daniel Cordoba




Vestida de rafia, la paloma
bebe té a orillas del destino
y arroja barajas de polvo
sobre opacos futuros.
Descubro el asombro
en sus plumas de fuego.
A su espalda,
llamas violetas
semejan candiles.

Un tiempo habrá
en que los ciegos despierten
extraños de luz.
Susana Cattaneo




NIÑOS

Los suicidas
son niños absolutos
a los que hay que llenar de besos
y perfumar el cuerpo,
vestir con los trajes más caros,
llorarles encima,
tocarles el frío de su piel de abandono,
cuidarlos de las moscas de los velatorios,
mirarlos un rato que abarque la noche
y cerrarles después la oscuridad
que se ganaron con su carne de mártires.
David Gerardo Curiá

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