Madrigal
De
paso cantó el ave,
y
en su garganta de cristal el trino
con
acorde argentino
tembló
un instante y desmayó en el grave
silencio
de la tarde que moría.
Como
el canto suave
del
trovador alado, la armonía
de
tu voz vibró sólo un momento;
más
en el alma mía
sigue
vibrando el eco de su acento.
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