A Eduardo Sánchez de Fuentes
Yo tenía una sola ilusión: era un manso
pensamiento: el del río que ve próximo el mar
y quisiera un instante convertirse en remanso
y dormir a la sombra de algún viejo palmar.
Y decía mi alma: turbia voy y me canso
de correr las llanuras y los diques saltar;
ya pasó la tormenta; necesito descanso,
ser azul como antes y, en voz baja, cantar.
Y tenía una sola ilusión, tan serena,
que curaba mis males y alegraba mi pena
con el claro reflejo de una lumbre de hogar.
Y la vida me dijo: ¡Alma, ve turbia y sola,
sin un lirio en la margen ni una estrella en la ola,
a correr las llanuras ya perderte en el mar.
Yo tenía una sola ilusión: era un manso
pensamiento: el del río que ve próximo el mar
y quisiera un instante convertirse en remanso
y dormir a la sombra de algún viejo palmar.
Y decía mi alma: turbia voy y me canso
de correr las llanuras y los diques saltar;
ya pasó la tormenta; necesito descanso,
ser azul como antes y, en voz baja, cantar.
Y tenía una sola ilusión, tan serena,
que curaba mis males y alegraba mi pena
con el claro reflejo de una lumbre de hogar.
Y la vida me dijo: ¡Alma, ve turbia y sola,
sin un lirio en la margen ni una estrella en la ola,
a correr las llanuras ya perderte en el mar.
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