jueves, 27 de abril de 2017

MARTA BRAIER





Mujer sentada



Pero sé que debo hablar de esa puerta,
en un hotel para turistas de la calle Cangallo.

Recuerdo con nitidez un finísimo rayo de sol
y las partículas del aire jugando con la luz.
( Ah el sencillo fulgor de una habitación en penumbras ).

Estoy sentada sobre un sucio cobertor.

El conserje me entregó la llave de la diecinueve
y miró con cara de nada
cuando le hablé de tiempo de sosiego.

Cerró la puerta y me dejó queriendo comprender.

( Los mosaicos hacían muecas con su geometría ).

Poco importa si por la calle pasa un hombre,
si hay una fábrica, un frigorífico o muchos árboles.
Pero, el aire. ¿Entra por los pulmones, sale o permanece?

¿Qué hago. Qué hago aquí,
en un cuadrado sórdido y ajeno?
Ajeno. Sórdido. Agujero del mundo, digo.

Sentada sobre un sucio cobertor.



De: "Gestos de minué"


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