Invierno en el País
de Gales
Es de noche, camino por el bosque sin rumbo,
pero no perdido, a los lejos veo una casita de invierno,
una ventana encendida y me acerco despacio:
no hay pesadas cortinas, una chimenea crepita,
parece Thomas de Quincey leyendo a Kant,
hay un libro inacabado, sobre la mesa
la vida misma, cotidiana y común,
y manos que abren puertas y los sentidos.
En una casa como esta pueden estar
los seres de nuestro pasado y presente,
porque ningún incendio quema miradas
y mucho nos parecemos antes y ahora.
Es noche cerrada, la luz interior de la casa
ilumina al mundo, al universo. En este bosque
está la felicidad, la soledad del pensamiento.
Es de noche, camino por el bosque sin rumbo,
pero no perdido, a los lejos veo una casita de invierno,
una ventana encendida y me acerco despacio:
no hay pesadas cortinas, una chimenea crepita,
parece Thomas de Quincey leyendo a Kant,
hay un libro inacabado, sobre la mesa
la vida misma, cotidiana y común,
y manos que abren puertas y los sentidos.
En una casa como esta pueden estar
los seres de nuestro pasado y presente,
porque ningún incendio quema miradas
y mucho nos parecemos antes y ahora.
Es noche cerrada, la luz interior de la casa
ilumina al mundo, al universo. En este bosque
está la felicidad, la soledad del pensamiento.
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