domingo, 4 de octubre de 2020

VLADIMIR MAÏACOVSKI


 

 

El violín y algo nervioso



El violín se estremecía, imploraba,
y sollozó de súbito,
tan infantil
que el tambor no se contuvo;
-¡Bien, bien, bien!
Y cansado, sin escucharlo hasta el fin
desapareció por la agitada calle Kusnieski¹
La orquesta escuchaba indiferente,
el llanto del violín,
sin palabras, ni compases,
sólo un plato tonto repicó:
-"¿Qué es eso?
-¿Cómo es eso?"
Cuando el Xilofón,
con el rostro de bronce
sudado,
gritó:
-"¡Tonta!
¡Llorona!
¿Por qué no te callas?".

Me levanté!
Tambaleando pasé entre las notas
ante el agachado horror de los pupitres, 
y grité, no sé por qué: 
-"¡Dios mío!"
y me arrojé al cuello de madera. 
-"¿Sabe, violín, una cosa? 
Somos terriblemente parecidos. 
Yo también grito, 
y no sé demostrar nada. 

Los músicos se reían: 
-"¡Qué metejón! 
Se fue con la novia de madera 
¡Cómo tiene la cabeza! 
Y a mí qué me importa...
Yo soy bueno. 
-"¿Sabe, violín, una cosa, 
Vamos a vivir juntos? 
¿Eh?" 

 

Versión de Lila Guerrero

Publicado en la revista "El teatro y la caricatura"

1.- Calle donde vivió Mayacovski.


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