El violín y algo nervioso
El violín se estremecía, imploraba,
y sollozó de súbito,
tan infantil
que el tambor no se contuvo;
-¡Bien, bien, bien!
Y cansado, sin escucharlo hasta el fin
desapareció por la agitada calle Kusnieski¹
La orquesta escuchaba indiferente,
el llanto del violín,
sin palabras, ni compases,
sólo un plato tonto repicó:
-"¿Qué es eso?
-¿Cómo es eso?"
Cuando el Xilofón,
con el rostro de bronce
sudado,
gritó:
-"¡Tonta!
¡Llorona!
¿Por qué no te callas?".
Me levanté!
Tambaleando pasé entre las notas
ante el agachado horror de los pupitres,
y grité, no sé por qué:
-"¡Dios mío!"
y me arrojé al cuello de madera.
-"¿Sabe, violín, una cosa?
Somos terriblemente parecidos.
Yo también grito,
y no sé demostrar nada.
Los músicos se reían:
-"¡Qué metejón!
Se fue con la novia de madera
¡Cómo tiene la cabeza!
Y a mí qué me importa...
Yo soy bueno.
-"¿Sabe, violín, una cosa,
Vamos a vivir juntos?
¿Eh?"
Versión de Lila Guerrero
Publicado en la revista
"El teatro y la caricatura"
1.- Calle donde vivió Mayacovski.
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