jueves, 3 de octubre de 2019

STÉPHANE MALLARMÉ





Don del poema



¡Te traigo aquí a la hija de una noche idumea!
Negra, de ala sangrienta y pálida e implume,
por el vidrio que incendian los aromas y el oro,
por heladas ventanas opacas todavía,
la aurora se arrojó sobre el candil angélico,
¡palmas! y cuando ya mostraba esa reliquia
al padre que enemiga sonrisa aventuraba,
la estéril soledad azul se estremecía.
¡Oh arrulladora, con tu niña y la inocencia
de tus helados pies el nacimiento horrible
acoge, y con tu voz que viola y clave evoca.
¿Oprimirán tus dedos marchitos ese pecho
del que mana en blancura sibilina la hembra
hacia labios que el aire del azul virgen tienta?


Versión de Ulalume González de León

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