Coloquio
Había
muerto yo por la Belleza;
me
cercaban silencio y soledad,
cuando
dejaron cerca de mi huesa
a
alguno que murió por la Verdad.
En
el suave coloquio que entablamos,
vecinos
en la lúgubre heredad,
me
dijo y comprendí: Somos hermanos
una
son la Belleza y la Verdad.
Y
así, bajo la noche, tras la piedra,
dialogó
nuestra diáfana hermandad
hasta
que el rostro nos cubrió la hiedra
y
los nombres borró la eternidad.
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