viernes, 10 de julio de 2020

SOFÍA CASANOVA




Varsovia



I

Es para mí una gracia inesperada
que tu optimismo no pusiera veto
al pesimismo audaz de mi soneto,
chispa en el aire de mi pluma espada.

Es tu optimismo tradición forjada
con libertades y al honor respeto
mas tú y yo conocemos el secreto
de decir: «por aquí no pasó nada».

De una guerra infernal las ondas rojas
de una revolución, que huyas o acojas
nos arrastran, nos llevan al abismo.

Hay que saber perder, solo quien sabe
mirando al cielo conducir su nave,
la salvará quizás, del cataclismo.


II

Hay que saber perder y hemos perdido
una generación de tal grandeza
que es un milagro porque en ella empieza
del profeta el milagro prometido.

Sin armas, pan ni luz han combatido,
fue hospital cada hogar y fortaleza
y nación en fuego y sangre la proeza
que el pasado jamás ha conocido.

La palabra no puede definirla,
hay que sangrar con ella, hay que sentirla
vivir, luchar, morir, vencer en vano

y ver que en cada tumba cada aurora
la Madre que con tantas madres llora
pone una cruz, de luz, su triste mano.


III

Gloria al hecho inmortal de esas legiones
que a Polonia en Varsovia defendieron,
que las cadenas bárbaras rompieron
cantando al pelear sus oraciones.

Nuestras son sus divinas ilusiones,
nuestro cuanto ganaron y perdieron,
mártires, que al partir nos ofrecieron
su corazón a nuestros corazones.

Hoy el triunfo de al ayer es diferente.
Hay que virilizar y unir el frente
y desarmar la pérfida anarquía,

forjar con nuevos hombres nuestra historia
y en paz o por la fuerza, la victoria
la inviolable, ancestral Soberanía.



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