Aplauso
a Dorisa
Bendita
sea la hora, el año, el día
y la
ocasión y el venturoso instante
en
que rendí mi corazón amante
a
aquellos ojos donde Febo ardía.
Bendito
el esperar y la porfía
y el
alto empeño de mi fe constante
y
las saetas y arco fulminante
con
que abrasó Cupido el alma mía.
Bendita
la aflicción que he tolerado
en
las cadenas de mi dulce dueño
y
los suspiros, llantos y esquiveces,
los
versos que a su gloria he consagrado
y
han de vencer del duro tiempo el ceño,
y
ella bendita innumerables veces.
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