Soneto
V
No te
toque la noche ni el aire ni la aurora,
sólo la tierra, la virtud de los racimos,
las manzanas que crecen oyendo el agua pura,
el barro y las resinas de tu país fragante.
sólo la tierra, la virtud de los racimos,
las manzanas que crecen oyendo el agua pura,
el barro y las resinas de tu país fragante.
Desde
Quinchamalí donde hicieron tus ojos
hasta tus pies creados para mí en la Frontera
eres la greda oscura que conozco:
en tus caderas toco de nuevo todo el trigo.
hasta tus pies creados para mí en la Frontera
eres la greda oscura que conozco:
en tus caderas toco de nuevo todo el trigo.
Tal
vez tú no sabías, araucana,
que cuando antes de amarte me olvidé de tus besos
mi corazón quedó recordando tu boca,
que cuando antes de amarte me olvidé de tus besos
mi corazón quedó recordando tu boca,
y fui
como un herido por las calles
hasta que comprendí que había encontrado,
amor, mi territorio de besos y volcanes.
hasta que comprendí que había encontrado,
amor, mi territorio de besos y volcanes.
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