10.
Todo lo aprendí de quien nunca fue amado...
Todo
lo aprendí de quien nunca fue amado: la nieve y el silencio
y el grito de los bosques cuando muere el verano.
y el grito de los bosques cuando muere el verano.
O
aquella canción celta que Kerstin me cantaba:
¿Quién
puede navegar sin velas? ¿Quién puede remar sin remos?
¿Quién puede despedirse de su amor sin llorar?
¿Quién puede despedirse de su amor sin llorar?
Pero
ahora ya la nieve sustenta mi memoria. Y el silencio se espesa
tras los bosques doloridos y profundos del invierno.
tras los bosques doloridos y profundos del invierno.
Por
eso puedo navegar sin velas. Por eso puedo remar sin remos.
Por
eso puedo despedirme de mi amor sin llorar.
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